IV Simposio de Arte Rupestre
EL MODELO ISOCRÉSTICO COMO PERSPECTIVA DE ANÁLISIS A UN SITIO CON ARTE RUPESTRE
( Ensayo * )
Alvaro Rodrigo Martel **
RESUMEN
El objetivo del presente ensayo es el de exponer una alternativa de análisis a un conjunto de representaciones rupestres, las cuales en su aparente homogeneidad estilística y temática muestran elementos susceptibles de ser identificados como originales o propios de cada una de las representaciones. Esto permite la aplicación de un modelo analítico poco difundido en los estudios de arte rupestre y que a nuestro juicio resulta sumamente útil en la formulación de hipótesis de trabajo sobre conceptos tales como etnicidad, territorialidad o adscripción social.
INTRODUCCIÓN
El arte rupestre, durante mucho tiempo y aún hoy, ha sido objeto de análisis de arqueólogos y especialistas de distintas disciplinas (historiadores del arte, antropólogos, semiólogos y lingüistas, etc.) y lo han hecho desde las más variadas corrientes teóricas y líneas de pensamiento (procesualismo, postprocesualismo, estructuralismo, fenomenología, semiótica, etc.), con el único fin de lograr una aproximación más o menos objetiva a su conocimiento. Sin menospreciar ninguna de aquellas interpretaciones pero discrepando con la mayoría (sobre todo con las que relativizan la rigurosidad científica de los estudios arqueológicos del arte rupestre), hemos propuesto para el presente ensayo una variante más de análisis llevada a cabo dentro del Modelo Isocréstico de James Sackett (1993).
El sitio arqueológico, que hemos elegido para este ejercicio teórico, ha sido analizado previamente por nosotros (Martel 2001, en prensa) en el marco de la Teoría del comportamiento ritual (Walker 1995) y aquí nos hemos tomado la libertad de reproducir parte de dicho análisis en forma parcial ya que, a los fines del presente trabajo, consideramos que ambas metodologías pueden complementarse de una manera provechosa en los estudios de cualquier sitio con arte rupestre.
Cabe mencionar que las propuestas de Sackett y Walker no fueron pensadas exclusivamente para el estudio del arte rupestre, sin embargo, su idoneidad teórica permite su aplicación para el estudio de cualquier tipo de manifestación artística y/o comportamiento asociado, o no, a ellas.
EL VALLE ENCANTADO: ARTE RUPESTRE Y PRÁCTICAS RITUALES CARAVANERAS
Para realizar nuestro análisis es preciso definir tres conceptos fundamentales y que son la base del presente trabajo, estos son: Arte rupestre, Práctica ritual y Caravaneo.
Consideramos, entonces, que "(...) el arte rupestre es un tipo particular de vestigio arqueológico cuyo estudio puede brindar información relevante acerca de la actividad humana pasada, tanto específica como complementaria de la que se puede obtener a partir del análisis de los demás restos materiales" (Hernández Llosas 1985:13).
Por lo tanto asumimos que se debe "tener en cuenta las actividades de producción de pinturas o grabados rupestres en relación al total de actividades que definen la función del sitio, o nivel de ocupación del sitio, en relación al sistema de asentamiento y subsistencia de ese grupo productor" (Aschero 1988:109-110).
Definir el arte rupestre como un producto más de la actividad humana y no otorgándole a priori un contenido simbólico determinado, nos permitirá ubicar con mayor objetividad su posición contextual tanto sistémica como arqueológica.
Como lo hemos hecho explícito en este subtítulo y a manera de hipótesis, pensamos que el arte rupestre del Valle Encantado (Dpto. San Carlos, pcia. de Salta, Argentina) es, desde una perspectiva conductual, el resultado de una práctica ritual y por ende, producto de un comportamiento ritual ligado a la vida y actividad de los caravaneros o pastores caravaneros. Por ahora sólo definiremos estos conceptos ya que los argumentos de nuestro trabajo serán presentados y discutidos más adelante.
Walker (1995), siguiendo a Kopytoff (1986), menciona que el comportamiento ritual sirve para dirigir y segregar ciertos lugares, personas u objetos a lo largo de historias de vida similares, desde su creación hasta su abandono. Por lo tanto el ritual puede ser definido, indirectamente, por el total de las trayectorias singularizadas que ciertos objetos siguen, más que por las creencias subjetivas ofrecidas para esos objetos y sus usos (Walker op. cit. :74).
Por último, el término "caravana" hace alusión al conjunto de llamas que son utilizadas para el transporte de bienes a larga distancia, siendo el caravaneo " la actividad especializada de transportar mercancías a larga distancia utilizando animales de carga " (Nielsen 1997:340) y el caravanero, la persona que realiza dicha actividad.
La evidencia arqueológica presente en el Valle Encantado, los recursos explotables y su particular geografía nos permiten generar distintas hipótesis sobre las posibles actividades realizadas por los grupos humanos que allí vivieron. Sin embargo, dentro de la variabilidad material presente en el valle (fragmentos cerámicos, artefactos líticos, arte rupestre, pircados, etc.), sólo trabajaremos con un grupo particular de evidencias -las manifestaciones rupestres- que se presentan como las de mayor potencial de análisis para el tratamiento de la problemática planteada, es decir, las prácticas rituales.
Mapa . Ubicación del Valle Encantado
El sitio elegido, al que hemos llamado Alero Las Caravanas, está representado por una oquedad en la pared de un afloramiento de arenisca y sus dimensiones poseen una magnitud que la hacen visible desde distintos puntos del espacio adyacente. Esta se encuentra a 1,5m sobre la superficie del terreno y su boca es de 4m de ancho por 1,6m de altura en su parte central y 1m de profundidad desde la línea de goteo hasta el fondo de la misma, configurando un pequeño alero. Se trata de un abrigo rocoso provocado por erosión eólica (deflación). La boca de esta oquedad tiene una orientación netamente Oeste y por las características de su emplazamiento resulta inhabitable.
La pared del fondo de este pequeño abrigo es el soporte para las manifestaciones rupestres. Se trata de la representación de siete caravanas de llamas y de tres figuras de camélidos, de las cuales sólo una está asociada a una posible figura antropomorfa, pero por el grado de deterioro no pudimos consignar que se trate de una escena de tiro. Todas las representaciones están realizadas mediante la técnica de pintado.
Las caravanas están constituidas por 7 u 8 llamas pero tienen características que las distinguen. Primero, las caravanas se encuentran a distintas alturas en el soporte y alternando sus direcciones, es decir, algunas se representaron orientadas hacia el norte y otras hacia el sur. Pensamos que hay un manejo del espacio-fondo mediante la yuxtaposición de las caravanas, lo cual da dinamismo a todo el conjunto de las representaciones. En segundo lugar, cada caravana representada posee su propio color (blancas y negras) o combinación de dos colores (negras con blanco y rojas con blanco), lo que permite diferenciarlas una de otra.
Una de las caravanas es particularmente llamativa, se compone de, por lo menos, 8 llamas negras realizadas en pintura plana con representación de dos orejas, cola, dos patas (salvo una con tres patas) y pechera terminada en punta (fig. 1). Como elemento significativo, la presencia del bozal en todas ellas. Los bozales están realizados con trazo lineal en un color marrón rojizo y las llamas se vinculan unas a otras mediante la representación de una soga en pintura negra de trazo lineal, que va desde el bozal hasta el lomo (o la grupa, según el caso) de la llama que se ubica adelante.
Figura 1- Representación de caravana de llamas con bozales y sogas. |
Siguiendo a Aschero (1979 y 2000), podríamos ubicar a este conjunto de caravanas dentro del estilo C1 definido por dicho autor para una secuencia del arte rupestre del Noroeste argentino y que cronológicamente se podría adscribir al periodo Agroalfarero Tardío ( ca. 900 d.C. - 1480 d.C.).
Como dijimos anteriormente, el afloramiento de arenisca que contiene al alero, es el límite Este de un espacio plano de unos 100 m de largo (en dirección N-S) y unos 50 m de ancho (en dirección E-O), hacia el Oeste, el límite es marcado por otro afloramiento mayor y que se cierra hacia el Norte hasta conformar un estrecho y pequeño paso que comunica con el sector Norte del Valle Encantado. El lado Sur se encuentra totalmente abierto lo que termina dando un aspecto de anfiteatro de paredes altas.
Durante las prospecciones realizadas en este espacio circunscripto, no encontramos ningún otro tipo de evidencia arqueológica lo que nos provoca una gran cantidad de interrogantes, ya que la disponibilidad de soportes naturales para la realización de pinturas o grabados rupestres es alta, como así también una importante cantidad de reparos naturales que podrían haber servido para ocupaciones permanentes o temporarias. Debido a que aún no realizamos sondeos o excavaciones, mantenemos nuestras expectativas de poder hallar evidencias de ocupación humana y de registrar las actividades relacionadas con el proceso de producción del arte rupestre, y que el hecho de no haber realizado hallazgos de artefactos en superficie se puede deber a los constantes procesos de formación que ocurrieron y ocurren en el sitio.
Sin embargo, desde un análisis del paisaje es posible generar hipótesis sobre la función de este sitio y su relación con actividades de grupos caravaneros. Para ello contamos con un importante grupo de indicadores arqueológicos que confrontaremos con los datos provenientes de contextos arqueológicos de otros sitios del NOA (Noroeste argentino) y Norte de Chile y de los estudios etnoarqueológicos de caravaneros actuales del área Centro sur andina.
ANDANDO Y DEJANDO HUELLAS
Tal vez, los casos mejor documentados y estudiados sobre la relación entre el arte rupestre y rutas empleadas para el caravaneo, se encuentran en los perfiles costa - altiplano de todo el Norte chileno, donde la asociación es directa ya que el arte rupestre se emplaza en las desembocaduras de las quebradas que conforman las vías naturales entre sectores ecológicamente distintos (litoral - valles intermedios - borde altiplánico) y donde las rutas conectaban antiguas aldeas y poblados con una fuerte dependencia agrícola (Núñez 1976 y 1985), con lo cual el citado autor define al tráfico de larga distancia mediante el uso de caravanas, como un mecanismo esencial para la distribución de excedentes de las producciones locales y el intercambio de distintos bienes con sociedades que poseían producciones complementarias (carne, sal, metalurgia, etc.) y que servían para regular las economías regionales de una extensa área, donde también ésta intrincada red de tráfico caravanero posibilitó el desplazamiento de tecnologías e ideas (Núñez y Dillehay 1995).
Este movimiento especializado de caravaneros habría generado una cantidad importante de evidencias de sus desplazamientos a través de distintos territorios, estos serían el arte rupestre mencionado, las apachetas que marcarían los pasos entre pisos ecológicos de altitudes diferentes, las marcas lineales sobre la superficie del terreno que conectan los sitios con presencia de geoglifos, y sitios de permanencia temporaria o paskanas donde descansarían al final de cada jornada de viaje (Núñez 1976). Tanto las apachetas como la producción de los geoglifos formarían parte de ceremonias rituales donde se realizarían diversas ofrendas propiciatorias para que la travesía y el intercambio o comercio resulten provechosos (Núñez op. cit. ). Actualmente las apachetas siguen siendo parte de las prácticas rituales de los caravaneros (Nielsen 1997-1998).
En nuestro NOA (Noroeste argentino), los casos de sitios con arte rupestre asociados a caminos y vías de acceso natural entre sectores con diferentes recursos son abundantes, y si consideramos sólo los sitios con una cronología relativa similar a la del Valle Encantado (Agroalfarero tardío) vamos a observar una distribución que va desde la Puna hasta los límites de las Selvas Occidentales y que se podrían tratar, de antiguas rutas caravaneras. Por citar algunos, podríamos mencionar los sitios Confluencia y Derrumbes (Aschero 2000) en el curso inferior del Río Punilla en Antofagasta de la Sierra, donde las representaciones de caravanas de llamas con o sin carga y con o sin antropomorfo guía son reiterativas. Estos sitios se encuentran en el ámbito de la Puna Salada, próximos a cursos de agua permanente y asociados a pasos naturales entre distintos ambientes (cuenca de Antofagasta - salar de Antofalla). Otros casos mencionados por Nielsen (1997) son Inca Cueva, Chayamayoc, Kollpayoc, El Portillo y Alero Cianzo, todos asociados a las principales rutas de acceso a la Quebrada de Humahuaca. Un caso que reviste especial importancia por su complejidad y por la gran cantidad de pictografías atribuidas al período Tardío es el sito de Las Juntas en el Dpto. Guachipas, Salta. Este sitio se encuentra en un punto donde se articulan, a través de la Quebrada de Las Conchas, los sectores Sur del Valle de Lerma y los sectores centrales de los Valles Calchaquíes. Otro sitio, relevado por nosotros y que se encuentra inédito, es el de Chorro Seco en la quebrada del Río Juramento, esta quebrada atraviesa la Sierra de Metán comunicando el sector central del Valle de Lerma con la cuenca superior del Río Juramento (actual Dpto. de Metán), los motivos presentes son pictografías de camélidos vinculados por cuerdas, escutiformes y antropomorfos de trazo lineal.
La mayoría de los registros arqueológicos de estos sitios no permiten definir un contexto netamente caravanero. Sin embargo, pensamos que las características del paisaje y de los emplazamientos nos dicen mucho de su posible funcionalidad como lugares de paso o descanso y donde el arte rupestre se vuelve, tal vez, la única evidencia de prácticas rituales de una actividad caravanera 1 .
Por otra parte, surge un gran interrogante al intentar analizar la representación de bozales en una de las caravanas de llamas (fig. 1). Como se sabe de los estudios etnográficos, las llamas de las caravanas en tránsito no llevan ningún tipo de amarre entre ellas (Nielsen 1997-1998, Pérez de Micou 1997), salvo cuando se las mantiene juntas para sujetarles la carga que transportarán, y estas se atan con sogas (generalmente de lana trenzada) de cabeza a cabeza, igualmente, cuando se teme que algún peligro pueda asechar por las noches, se las ata para evitar que se dispersen.
La evidencia más clara de la existencia de los bozales proviene del sitio Doncellas (Prov. de Jujuy), donde Pérez de Micou ( op. cit. ) analiza una gran colección de artefactos recuperados de contextos funerarios. Entre los artefactos se destacan los textiles, sogas y los bozales, de los cuales la autora dice que se tratarían de indicios de que el caravaneo haya sido parte de las actividades económicas de los grupos humanos que allí habitaron. La cronología de este sitio se acotó entre el 1200 AD y el contacto hispano indígena.
En cuanto a los datos históricos sobre el uso de bozales, los encontramos en La nueva crónica y buen gobierno escrita por Felipe Guamán Poma de Ayala, donde se reproduce en una de sus ilustraciones ("Fiesta de los Ingas") una llama con una soga que rodea la cabeza y el hocico de esta formando un bozal, la soga se encuentra atada a una estaca manteniendo a la llama quieta (Pérez de Micou 1997) (fig. 2), sin embargo en otra de las ilustraciones (de "Como le qvita al pobre") se ve a un personaje llevando una llama a tiro mediante el uso de una soga que hace un bozal sobre la cabeza del animal (fig. 3).
Figura 2 - Llama con soga-bozal quieta. |
Figura 3 - Llama con soga-bozal en movimiento. |
Estos ejemplos nos dan la noción de que un bozal o una soga-bozal, podrían haber servido para dirigir una llama. Si comparamos los bozales de algunas de las llamas de la figura 1 con el bozal que conforma la soga en las figuras 2 y 3, podemos ver que la disposición de la nuquera y hociquera es la misma, pero en la figura 1 también se puede apreciar que se habrían utilizado más de un tipo de bozal. Lo que nos es difícil decir, es si el bozal ilustrado en el trabajo de Pérez de Micou (1997:158) se trate de uno similar a los aquí expuestos, sin embargo, no quedan dudas de que es un bozal con cabestro en una sola pieza.
Otro punto que analizaremos es la jarana, o sea, el lugar donde actualmente pernoctan los caravaneros con sus llamas (Nielsen 1997:341), ya que al no disponer de más datos que el arte rupestre, el espacio inmediato a éste y la geografía del paisaje, un análisis detallado de lo que representa la jarana nos permitirá definir mejor el contexto del que forman parte las representaciones del Valle Encantado. Teniendo en cuenta los escenarios que define Nielsen ( op. cit. ) para los sistemas de asentamiento de los caravaneros actuales de Sud Lípez ( jaranas , rutas, puntos de articulación, puntos de carga y sitios rituales), pensamos que estos serían potencialmente identificables en el ámbito del valle, en tanto realicemos prospecciones y muestreos sistemáticos conjuntamente con tareas de excavación.
Las jaranas revisten vital importancia en los viajes de los caravaneros, en ellas se realizan distintas actividades que tienen que ver con el cuidado de los animales, la protección de las cargas y el cuidado personal (descanso, alimentación, reparación del equipo, etc.). Existen dos tipos de jaranas : la jara diaria y la jarana de ocupación prolongada. Ambas tienen elementos en común (construcción de reparos simples, fogón, área de carga y descarga, etc.) pero sus diferencias se registran en el marco de las estrategias del caravanero para lograr una reducción de los riesgos que implica un viaje de larga distancia, por ejemplo, la salud de los animales y planeamiento de las rutas a seguir, entre otras variables. Los lugares escogidos para las jaranas de ocupación prolongada deben reunir ciertas características tales como buenos forrajes, agua y estar apartados de poblaciones locales. Son estos lugares los preferidos para desarrollar sus ceremonias rituales, por lo cual se destina un espacio a tal fin. Sintetizando, el autor consultado dice que,
"(...) las jaranas de ocupación prolongada conforman una red de oasis que sustentan en términos ecológicos, logísticos, sociales y rituales la acción de las caravanas fuera de su lugar de origen, como si se tratara de un componente salpicado de su propio territorio" (Nielsen op. cit. : 355).
La similitud de características ambientales requeridas en una jarana de ocupación prolongada y las que encontramos en el Valle Encantado, nos sirven para sostener nuestra hipótesis, pero ¿cómo lograr definir el escenario ritual caravanero sin caer en una anacronía producto de una mala aplicación de la analogía etnográfica?. Para salvar este problema, pensamos que nuestro análisis debe recaer en el estudio del espacio adyacente al alero que contiene las representaciones de las caravanas y que con detalle lo hemos descripto más arriba. Si tenemos en cuenta que la presencia de los afloramientos de areniscas configura un espacio cerrado, la posibilidad de que el arte rupestre esté vinculado a una ruta de tránsito no es muy apropiada. Sin embargo, el arte rupestre está singularizando un espacio donde se podrían haber llevado a cabo determinadas prácticas rituales y los elementos que nos ayudan a sostener esta apreciación, son: la ausencia de estructuras de reparo o habitación, ausencia de otros paneles con arte rupestre, la recurrencia de la representación de caravanas en el arte rupestre que alternan orientaciones Norte - Sur y que coinciden con las vías de acceso al valle, y por último, la decidida intención de los autores de dicho arte rupestre en dar a cada caravana una característica propia que la diferencia de las otras, mediante el uso de la bicromía o la representación de bozales.
ENTONCES.
Hasta aquí hemos analizado sólo un grupo de evidencia arqueológica que tiene su origen, posiblemente, en un tipo particular de comportamiento como lo es la práctica del caravaneo. Recordamos que en el ámbito del Valle Encantado se encuentran, además, otros cuatro sitos con arte rupestre que estilísticamente se podrían adscribir al Agroalfarero tardío pero que temáticamente son diferentes unos de otros. Los pircados que en algunos casos están asociados a los sitios con representaciones, nos podrían estar indicando alguna otra actividad como pastoreo o cultivos a pequeña escala, ya que las condiciones ambientales y la presencia de recursos como abundantes pasturas y agua permanente habrían jugado a favor de estas estrategias económicas.
Como pudimos ver en los trabajos consultados, el pastoralismo y el caravaneo son actividades que generalmente las realizan una misma unidad social o familiar y que en algunos casos las jaranas coinciden con lugares donde se realizan tanto el pastoreo como la agricultura (Nielsen 1997 y 1997-1998), por lo tanto es esperable, arqueológicamente, una superposición de tales actividades en un mismo sitio. En el caso particular de Valle Encantado, pensamos que existe una utilización diferencial de los espacios disponibles y que es discutible desde la variabilidad temática intersitio del arte rupestre, por lo tanto existen muchas posibilidades de comenzar a definir el contexto de producción de cada grupo de representaciones, o desde la definición del comportamiento ritual (ver pág. 2), el arte rupestre como producto de tal comportamiento, sirvió para segregar distintos espacios rituales dentro de un lugar que económicamente tuvo una performance igualmente importante para el desarrollo de diferentes estrategias de subsistencia.
LA PROPUESTA DEL MODELO ISOCRÉSTICO
Sackett (1993: 33) define el Isocrestismo como un modelo para el estudio del estilo en general, diseñado para que tenga validez en todas las ramas de la Arqueología y en los estudios de la cultura material en su totalidad. El modelo parte del hecho de asumir que en todo proceso de manufactura de cualquier tipo de artefacto, se verán reflejados patrones específicos de forma y diseño que caracterizan étnicamente al grupo productor y que en su conjunto se les da el nombre de estilo.
La conexión que se establece entre la etnicidad y el estilo es lo que permitirá establecer los grados de interrelación étnica entre dos o más grupos humanos. La razón por la cual podemos ver reflejada esa interrelación, es la existencia de un espectro de opciones y alternativas equivalentes que normalmente intervienen e interactúan en la consecución de la manufactura y/o uso de los distintos objetos materiales. Son estas opciones a las que el autor citado define como variaciones isocrésticas, término que procede del griego y significa "equivalente en uso".
La relación entre estilo, isocrestismo y etnicidad queda plasmada en el siguiente párrafo;
"Style enters the picture when we see that the artisans of any given fraternity (or sorority) are aware of only a few, and often choose but one, of the isochrestic options potentially available to them when performing any given task, and the choices they make are largely dictated by the technological traditions within which they have been enculturated as members of the social groups that delineate their ethnicity" (Sackett op. cit.: 33).
Continua diciendo el autor que las elecciones que se realizan tienden a ser específicas y coherentemente representadas dentro de un grupo dado en un tiempo dado, sin embargo estas se someten continuamente a revisión por los cambios que se puedan ir dando en la interacción social con otros grupos y por la exposición permanente a opciones isocrésticas alternativas. Las variaciones isocrésticas, en la cultura material, que se fundan de este modo son diagnósticas de etnicidad y es esa variación la que nosotros percibimos como estilo. Entendido de esta forma, cada grupo poseerá su propio estilo y el grado de similitud estilística representado en la cultura material de dos grupos, podrá ser comprendido como una expresión directa de su relación étnica.
A partir de este último punto podemos comenzar a preguntarnos a cerca del rol del estilo en la cultura material, pero corremos el riesgo de caer en una discusión sumamente profunda y rica que nos desviaría del hilo conductor de nuestro trabajo, sin embargo podemos decir que la capacidad de reconocer diferencias o semejanzas entre dos grupos, desde el análisis de las alternativas estilísticas de la cultura material de ambos, definiría una de las funciones del estilo.
De esta forma ponemos de manifiesto una de las características mas importantes del concepto de estilo, que es la visión activa del mismo. Sackett afirma que las propiedades icónicas del estilo constituyen el mensaje étnico generado por el comportamiento consciente, deliberado y premeditado de los artesanos, con la intención de identificar y mantener los límites entre los grupos sociales. Esto comprendería la base de la teoría de Martin Wobst sobre el rol del estilo en el intercambio de información (Sackett 1993:36).
EL ARTE RUPESTRE BAJO LA LUPA ISOCRÉSTICA
La estructura teórico-metodológica del modelo isocréstico, nos brinda la oportunidad de determinar parte del espectro de las opciones isocrésticas que se escogieron para las representaciones rupestres de un sitio determinado en un momento determinado. El caso del Valle Encantado nos esta dando la posibilidad de comenzar a analizar la variación isocréstica dentro de un mismo estilo, al que podríamos llamar de caravanas .
Hemos visto anteriormente que cada caravana tenía sus propias características, el uso de distintos colores, la representación de los bozales, su ubicación en el soporte, la alternancia de las direcciones, el número de llamas representadas en cada caravana, nos están marcando un primer grupo de elecciones que llevaron a cabo los distintos ejecutores. En un primer momento podemos decir que todos los motivos son iguales, es decir, siempre se representó la figura de la llama repetidamente hasta conformar la caravana, pero a partir del estereotipo de caravana que tenía cada uno de los "artistas" comenzaron a caracterizarlas para que se puedan diferenciar una de la otra. Cada caravana tiene su propia identidad (lograda a partir de sus elementos constituyentes particulares) y que a su vez identifica al grupo que la ejecuta y si entendemos al arte rupestre como información que se encuentra disponible para el resto del grupo o de otros grupos, que pueden o no compartir los mismo lugares de pastoreo o las rutas de tráfico, las variaciones isocrésticas que observamos en los motivos de las caravanas pueden ser comprendidas como una intención premeditada y clara por parte de los artistas para establecer sus límites o definir las restricciones de circulación por dicho espacio.
Sin embargo, el significado de las representaciones de las caravanas no es lo que nos preocupa, ya que mucho se puede conjeturar sobre ello, sino el contexto funcional de las mismas. Aquí entran en juego todos los de más elementos de análisis, por ejemplo, el paisaje, el emplazamiento del sitio, los recursos disponibles, etc. La idea de la aplicación del modelo es lograr la identificación de todas la variables isocrésticas utilizadas y su relación con todos los elementos antes mencionados con el fin de determinar una estructura de relaciones factible de ser aplicada en sitios similares, es decir, sitios que presenten representaciones de caravanas.
En la primera parte del trabajo mencionábamos la dificultad de identificar sitios específicos de caravaneros en contextos actuales, ya que estos muchas veces se superponen con los sitios de los pastores. En los casos arqueológicos esta dificultad es mucho mayor ya que en ambos contextos, sea de pastores o de caravaneros, la evidencia material es mínima. Sin embargo, la mayor diferencia entre pastores y caravaneros en contextos actuales se da en el orden de sus rituales y si creáramos una hipótesis de trabajo donde el arte rupestre puede estar evidenciando un comportamiento ritual (como lo explicamos en la primera parte del trabajo), el estudio de la elecciones y variaciones isocrésticas dentro del arte rupestre de los caravaneros y del de los pastores arqueológicos nos daría las pautas básicas para identificar el repertorio iconográfico de ambos grupos.
Actualmente, las excavaciones arqueológicas en sitios que presentan una posible superposición de ambas actividades, no ofrecen todos los datos que quisiéramos a cerca de cada uno de los grupos, es por ello que cruzar líneas de evidencia, como el arte rupestre y el material en estratigrafía, posibilitaría la tarea de reconstruir los contextos arqueológicos de cada uno de ellos en sus dimensiones socioeconómica y simbólica.
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NOTAS
1 Para una mejor comprensión de la relación emplazamiento-arte rupestre, ver Aschero 1997.
* Una primera versión de este ensayo fue presentada como trabajo final del curso de doctorado Tendencias Teóricas en Arqueología Prehistórica, realizado por el autor en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, 2002.
** Becario CONICET. Instituto de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán.
Correo-e: lapridacus@yahoo.com